martes, 21 de noviembre de 2017
martes, 31 de octubre de 2017
martes, 27 de junio de 2017
23 de junio de 2017
El consumo privado en supermercados y shoppings bajó en abril, según informó el Indec
Las ventas no dejan de retroceder
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, no había terminado de celebrar en Twitter la leve recuperación de 0,9 por ciento en el consumo en el primer trimestre, cuando el Indec informó que en abril las ventas en cantidades cayeron 1,7 en súper y 8,9 en shoppings.
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, celebró ayer a través de su cuenta de Twitter la suba de 0,9 por ciento interanual del consumo privado que informó el Indec para el primer trimestre, como parte del informe sobre la evolución del Producto Interno Bruto. “Seguimos trabajando para estar cada día un poco mejor”, aseguró. La alegría duró poco. El propio Indec dio a conocer ayer los datos de abril con caídas en el consumo respecto de un año crítico como 2016. Las ventas en cantidades de los supermercados retrocedieron 1,7 por ciento y en los shoppings se derrumbaron un 8,9 por ciento interanual.
La oficina nacional de estadísticas había sorprendido el miércoles al informar que el consumo privado había crecido 0,9 por ciento interanual en el primer trimestre, un dato que contrasta con todas las estimaciones privadas y que ni siquiera observa correspondencia con los datos parciales que el propio organismo va informando sobre el consumo privado. Uno de esos indicadores parciales es el de las ventas de supermercados y shopping que siguen sin recuperarse, pese a que la base de comparación es un año jaqueado por la devaluación, la fuerte suba de precios y la consecuente pérdida del poder adquisitivo, con paritarias que cerraron muy por debajo del 40 por ciento de inflación anual.
Con los números de abril, la dependencia oficial volvió a informar los datos de cantidades vendidas en supermercados y shoppings relacionados con el consumo en base a la medición a “precios constantes”, lo que resta el efecto inflación en los precios. Tras la intervención del Indec decretada en diciembre de 2015, la información sobre las ventas en supermercados y shoppings fue discontinuada y recién retornó en abril del año pasado, por lo que ahora se cumplieron doce meses con el nuevo método de medición y se puede realizar el cotejo a precios constantes interanual.
A precios corrientes, la facturación en los supermercados ascendió a 27.631,5 millones de pesos, con un incremento interanual de 24,5 por ciento, contra una inflación de 27,5 por ciento que registro el Indec entre abril del 2016 e igual mes de este año. De ese total, 22.142,5 millones de pesos (80,1 por ciento) corresponden a las grandes cadenas y 5.488,9 millones de pesos (19,9 por ciento), a las medianas. Los grupos de artículos con los aumentos más significativos respecto al mismo mes del año anterior fueron Panadería 34,3 por ciento, Almacén 33,7, Bebidas 33,3, Alimentos preparados y rotisería 33,0 y Lácteos 31,8 por ciento. Las jurisdicciones donde se registraron las subas más importantes fueron: Córdoba 32 por ciento, Neuquén 28,8, Mendoza 28,5 y Chubut 25,5 por ciento. A su vez, las ventas acumuladas en los primeros cuatro meses de 2017 registraron un total de 104.764,1 millones de pesos, lo cual representa una suba respecto al mismo período del año anterior de 20,1 por ciento.
Las ventas en shoppings a precios corrientes en abril alcanzaron los 4.803,5 millones de pesos, lo que representa un aumento de 8,9 por ciento respecto al mismo mes del año anterior, 15 puntos por debajo de la inflación. Los rubros con mayor incremento fueron Diversión y esparcimiento 46,4 por ciento, Patio de comidas, alimentos y kioscos 39,6 y Librería y papelería 25,8 por ciento, mientras que la venta de electrónicos cayó 4 por ciento y la de indumentaria, calzado y marroquinería retrocedió 0,5 por ciento, siempre a precios corrientes. En la Ciudad de Buenos Aires, los rubros que registraron las variaciones más altas respecto al mismo mes del año anterior fueron Patio de comidas, alimentos y kioscos 41,9 por ciento, Diversión y esparcimiento 35,9 y Otros 31,8, mientras que electrónicos cayó 6,9 y textiles, marroquinería y calzado trepó apenas 8,1 por ciento. En los 24 partidos del Gran Buenos Aires, las mayores variaciones correspondieron a Diversión y esparcimiento 50,7 por ciento, Librería y papelería 40,4, Patio de comidas, alimentos y kioscos 37,5 y Ropa y accesorios deportivos 26,5 por ciento. Las bajas fueron de indumentaria, calzado y marroquinería (-10,2 por ciento) y electrónicos (-3 por ciento)
Para lo que queda del año las perspectivas tampoco son alentadoras. La confianza de los consumidores registró en junio una caída de 8,1 por ciento comparada con mayo, según informó ayer la Universidad Torcuato Di Tella (UDTD). Asimismo, el Índice de Confianza al Consumidor (ICC) medido por el Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la UTDT verificó en junio una contracción de 1,2 por ciento comparado con igual mes de 2016. El sondeo reflejó en junio un empeoramiento significativo respecto al mes previo tanto en la confianza de los sectores de mayores recursos (-9 por ciento), como en los estratos de menores ingresos (-8,2 por ciento).
22 de junio de 2017
Disminuyeron las ventas en los supermercados y los shoppings
El consumo no para de caer
El Indec confirmó la caída de las ventas de los súper y shoppings. Además, crece el déficit comercial por el crecimiento ininterrumpido de las importaciones.
Siguen las malas noticias para el Gobierno de Cambiemos en el terreno de la economía. Con la actividad estancada tras una larga recesión, el consumo no detiene su caída y continúa deteriorándose. El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) informó hoy que las ventas en los supermercados cayeron 1,7 por ciento durante abril en comparación con igual mes del año pasado, mientras los shoppings presentaron una baja del 8,9 por ciento interanual.
El Indec retomó la medición a través de cantidades vendidas en ambos segmentos, más allá de la facturación. En ese sentido la facturación en los supermercados durante abril trepó a 27.631,5 millones de pesos y mostró un crecimiento de 24,5 por ciento, variación en línea con la suba del Índice de Precios al Consumidor (IPC). A su vez, los tickets en shoppings alcanzaron un valor de 4.803,5 millones de pesos, lo que significa un leve avance de 8,9 por ciento en la comparación interanual, 15 puntos por debajo de la inflación.
En otro orden, el Indec informó que la venta de electrodomésticos en marzo registró una facturación de 5.064,9 millones de pesos, que representa una mejora interanual de 14,8 por ciento, 10 puntos por debajo de la variación de precios.
La situación tampoco mejora en el comercio internacional. El Indec registró en mayo un déficit de 642 millones de dólares, contra un superávit de 485 millones que se había logrado en el mismo período del año pasado. Las exportaciones subieron apenas un 0,8 por ciento a 5.415 millones de pesos, mientras que las importaciones se dispararon 24 por ciento a 4.886 millones.
En el balance de cinco meses, el saldo comercial muestra un rojo de 1.863 millones de dólares, que contrasta contra un superávit de 515 millones del mismo período del año pasado.
lunes, 22 de mayo de 2017
EVALUACIÓN
- Explicar las teorías de las ventajas comparativas y la renta diferencia de David Ricardo.
- Explicar, según el texto, las causas de la crisis de 1873
- Señalar las características del capitalismo monopólico o imperialista
- Definir la plusvalía
- Qué aportes teóricos realiza el marxismo
- Según Robert Malthus, cuáles son las causas de la pobreza.
- El período conocido como la segunda revolución industrial está caracterizado, entre otras cosas, por una serie de cambios económicos. Describir cuáles son.
- Desarrollar los principales aportes realizados por Georg List. Asimismo, explicar el contexto que permitió que tales aportes resulten novedosos.
Gente linda: Les dejo las preguntas del examen. Me demoré en subir las preguntas a (digamos problemas técnicos) por lo que he decidido compensarlos de alguna manera. Saqué las preguntas más difíciles y dejé 8 en lugar de las 10 que habíamos hablado.
A estudiar ATR😜
martes, 16 de mayo de 2017
martes, 11 de abril de 2017
martes, 4 de abril de 2017
Los analistas consideran que el gasto es elevado pero no es preocupante
Los consultores se
mostraron alerta, pero confían en que el Gobierno logrará cumplir con lo
presupuestado. Incertidumbre por lo que sigue al blanqueo.
La fuerte suba del
déficit fiscal en el primer bimestre del año preocupó poco a los economistas.
Es que estiman que las metas trimestrales (de un desequilibrio del 0,6% del PBI
para los primeros tres meses de 2017) y anual (déficit de 4,2%) se pueden
cumplir y advierten que el salto actual se debe a la baja base de comparación respecto
al primer bimestre de 2016.
María Castiglioni,
directora de la consultora C&T Asesores, analizó: "Es importante
señalar que la comparación es con febrero de 2016, un mes con bajo déficit por
el gasto, sobre todo en capital. El ahorro en aquel momento fue por el parate
de la obra pública". A su vez, indicó: "Estos números no preocupan;
los ingresos están creciendo bastante bien, la recaudación del primer bimestre
fue buena y en marzo puede pasar algo parecido". "Se va a cumplir con
lo pautado en el Presupuesto, que tiene números consistentes. El único riesgo
estaría en que la economía no crezca, pero mantenemos la previsión de que el
PBI aumentará 3,5% en este año", añadió Castiglioni.
Con ella coincidió
Rodrigo Álvarez, de Analytica. "Los primeros meses de 2016 tuvieron un
fuerte freno en el gasto, empujado por la inactividad en la obra pública. Esto
no es motivo de preocupación, porque se van a cumplir los objetivos que
presentó (el ministro de Hacienda, Nicolás) Dujovne. Los ingresos crecen en el
nivel que se esperaba y el Gobierno puso en marcha las obras", afirmó.
"Lo que sí genera inquietud es que la economía reaccione con mayor
demanda", dijo Álvarez.
Por su lado,
Gabriel Caamaño, economista jefe de la consultora Ledesma, consideró: "Las
cifras no son para alarmarse, pero generan un poco de preocupación porque el
nivel de déficit sigue siendo muy alto. Se hizo poco ajuste y el sinceramiento
fiscal termina en unos días. Será difícil determinar cómo sigue". "Lo
que se ajustó en subsidios no fue suficiente y, al igual que el año pasado, sin
el blanqueo no se va a lograr la meta del 4,2% de déficit para este año",
agregó.
En esa línea está
el informe de Ecolatina. Para la consultora, "el Gobierno necesita del
blanqueo para cumplir con la meta fiscal del primer trimestre". "Los
ingresos totales del Sector Público No Financiero (excluyendo el blanqueo) se
incrementaron 35%, lo que implica una importante aceleración", destacaron.
Más tajante fue
Diego Giacomini, de Economía y Regiones. "Más que Cambiemos esto es
Continuemos. No me sorprende; acá no hubo ningún ajuste y esto es complicado de
sostener, porque el relajamiento fiscal llevó a que nos endeudemos por u$s
100.000 millones en dos años y el ratio deuda / PBI será de 70% en 2019 si
seguimos así", criticó el economista.
martes, 28 de marzo de 2017
NEOLIBERALISMO Y PENSAMIENTO ÚNICO
Como hemos mencionado
esta Globalización está marcada por un sostén ideológico que alumbró el siglo
XXI rotulado como Neoliberalismo o Pensamiento Único, y que tuvo
de algún modo su bautismo de fuego con la llamada Doctrina TINA.
El nombre de Doctrina
TINA proviene de las iniciales de las palabras pronunciadas por Margaret
Thatcher al presentar el nuevo modelo a comienzos de los años 80: “There is notalternative”
(no hay alternativa).
La idea que la
Doctrina TINA intenta transmitir es que el modelo económico-político es uno y solamente
uno y que no existen alternativas a él, aún más una vez desaparecido de la escena
la opción socialista luego de la disolución de la Unión Soviética en 1991, de
allí también la definición del neoliberalismo como Pensamiento Único.
Las acciones para la
restauración del poder de las clases altas, que define en esencia al neoliberalismo,
fueron generadas durante los años 80 y consolidadas en los 90 en relación a cuatro
elementos:
a) Giro a la financiarización de la economía,
cuyo desarrollo en el mundo fue muy desigual pero dieron forma a una formidable
metodología de generación y acumulación de riquezas, siendo el factor económico
central de la restauración del poder de clase.
b) Creciente movilidad geográfica del
capital. Para ello es fundamental la reducción de los costos de transporte y
comunicación y la reducción de las fronteras artificiales al capital y las
mercancías. Al acelerarse este proceso en Estados Unidos, Europa y Japón,
impulsaron en sentido similar al resto de los países del mundo, incluso el FMI y
el Banco Mundial comenzaron a tomar la neoliberalización de un país como signo positivo
para un país formando parte de las presiones realizadas en ese sentido.
c) El complejo integrado por Wall Street, el
FMI y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos que domina la política
económica y ejerce fuertes presiones en los países para adoptar la senda
neoliberal.
d) Difusión de la nueva ortodoxia económica
neoliberal en todo el mundo como lo normal y correcto, afirmado en las
universidades y los centros de estudios, que se encargan de formar a los
economistas del mundo que luego ejercerán de “expertos” en cada país.
Pregona que lo más
importante en la administración del Estado es el dinero, por lo cual el objetivo
de todo plan económico debe ser el equilibrio fiscal, no gastar más de lo que ingresa.
Lo que interesa son los números de la macroeconomía y no la microrealidad cotidiana
de las sociedades.
Como resultado de su
aplicación el modelo neoliberal puede mostrar algunos éxitos en el crecimiento
macroeconómico en las economías de los países, pero al mismo tiempo revela un
sustancial aumento de la desigualdad y la pobreza. La Argentina de la década de
1990 es ejemplo de ello, mientras la economía crecía la exclusión y el
desempleo aumentaba.
Similar efecto se
observa en la economía chilena, que desde 1974, con el dictador Pinochet en el
gobierno, fue el primer país de Latinoamérica en adoptar las políticas
neoliberales. La persistencia en el modelo neoliberal ha hecho de Chile una
economía altamente competitiva con un crecimiento económico sostenido, pero con
un amplio sector de la población enormemente enriquecido y otro muy
empobrecido, convirtiendo a la sociedad chilena en una de las más desiguales
del continente.
En Latinoamérica,
territorio de aplicación masiva de las políticas neoliberales a partir de la década
de 1980, los déficits fiscales producto de bajas recaudaciones impositivas
fueron cubiertos con deuda externa y su consecuente sometimiento a los planes
de ajuste de los organismos multilaterales de crédito, ya que la condición para
financiar a estos gobiernos era que ellos sometieran sus economías a
reducciones de gastos sociales y a una completa privatización de sus economías,
generando una fabulosa transferencia de riqueza de los sectores populares a las
elites económicas.
El neoliberalismo ha
hecho recaer todo el peso de la economía sobre la empresa privada, instando a
los Estados a desprenderse de todas sus empresas para pasarlas a manos privadas.
Este proceso llevo en todo el mundo el nombre de privatización y apuntó sobre todo
a las grandes empresas de servicios públicos y a las de energía, así como a desenganchar
a los bancos centrales de cada país de las decisiones de sus gobiernos y ponerlos
bajo el gerenciamiento del poder financiero global.
En lo que hace a la
búsqueda de equilibrio en el gasto público se promueve a través de ajustes
sobre las prestaciones sociales de los Estados como jubilaciones, educación,
salud y seguridad, y también mediante el achicamiento del plantel de empleados
estatales y la reducción de sus salarios. El objetivo es trasladar riqueza
desde el Estado a los grandes jugadores privados del Mercado.
Una de las claves del
Pensamiento Único neoliberal es que presenta como una doctrina natural, parte
de la evolución final de la Historia, y por ende promueve la despolitización y desmovilización
de la sociedad como un presupuesto necesario, ya que si no hay opción o alternativa,
si el modelo neoliberal es la última parada de la Historia, entonces tampoco
hay necesidad de un debate de ideas para alcanzar el poder político, ya que
cualquiera sea el partido que gane una elección su única tarea consistiría en
gestionar o administrar las decisiones de un poder superior, sin ninguna
pretensión de transformación.
La política
neoliberal comienza a ejecutar las políticas económicas de todos los países, apoyada
en la difusión mediática de lo que se considera la normalidad de la economía,
la única alternativa, pese a que lo que realmente hace es enriquecer a los
poderosos dejando en la pobreza a las mayorías, aunque estas mayorías
terminarán aceptando que efectivamente la única alternativa posible es la
realidad neoliberal.
Los hechos reafirman
el éxito de esta construcción de consentimiento que vuelve
indiferentes a los partidos
de sus viejas ideologías, ya que en Estados Unidos e Inglaterra los creadores
del sistema neoliberal fueron los partidos conservadores en la década de 1980 pero
la consolidación del neoliberalismo se produjo en la década de 1990 bajo el
gobierno de las “oposiciones” demócratas y laboristas. Unos y otros ejecutando
la misma política.
Similares
circunstancias se vivieron en España, Francia, Italia y Alemania donde los
partidos socialistas también llevaron a cabo políticas de clara tendencia
neoliberal, lo mismo hizo el peronismo en Argentina de la mano de Carlos Menem
o el PRI mexicano, todas formaciones del campo popular que de todos modos se
alinearon con el neoliberalismo más ortodoxo.
Por ello el
Pensamiento Único neoliberal no entiende a la democracia como el lugar de los
conflictos y las
confrontaciones de ideas para establecer las metas de las políticas, puesto que
estas metas ya están determinadas de antemano por el mercado y por lo tanto en
las democracias solo hay lugar para el consenso, el consenso neoliberal que no
acepta disensos.
Si la sociedad
entonces no debe discutir sobre fines solo queda discutir sobre metodologías, es
decir las formas, promoviendo que los procedimientos para alcanzar los
consensuados objetivos son cosa de entendidos y técnicos. Surgirá la
tecnocracia, el conjunto de expertos apolíticos como método de hacer política,
y la economía quedará a cargo de técnicos, casi siempre doctorados en
prestigiosas universidades de los Estados Unidos fuente de formación en las
ideas neoliberales, como Chicago o Harvard; “especialistas” devenidos en ministros,
con tanto o más poder que el propio Presidente.
Cuando lleguen los
tiempos de crisis el mercado terminará incluso despojándose de los “gerentes”
políticos para poner a decidir a sus economistas de modo directo. Así en la
crisis de la década del 90 en Argentina el hombre fuerte de dos gobiernos fue
el economista Domingo Cavallo fiel cumplidor de la agenda del Consenso de
Washington, y en la crisis europea de 2011 el Primer Ministro de Grecia fue
sustituido por un ex presidente del Banco Central Europeo, Lucas Papademos, y
el Primer Ministro de Italia fue reemplazado por un reputado hombre de las finanzas
globales, Mario Monti.
El resultado de poner
al ciudadano lejos de las decisiones, de desalentar su participación en las
decisiones genera una democracia devaluada, una democracia “despolitizada”, una
democracia de “baja intensidad”, una democracia “gestionada” por técnicos “neutrales”
supuestamente ajenos a toda ideología, que pretenden encubrir como natural la
política cuyas decisiones son tomadas por el Mercado.
De todas maneras hay
una cuestión que los teóricos neoliberales no resuelven, y es la dificultosa
convivencia con el sistema democrático, ya que tienden a favorecer los
gobiernos conducidos por la elite y los expertos técnicos. Existe una fuerte
tendencia de los gobiernos neoliberales a manejarse en base a decretos del
Poder Ejecutivo y mediante decisiones judiciales en lugar de recurrir al origen
parlamentario de las decisiones.
El
concepto de gestión, tan común en nuestros días, está relacionado con la
administración económica del presente, y cuando se reemplaza la palabra
política por el término gestión no estamos frente a un sinónimo como se quiere
hacer suponer, sino frente a dos conceptos distintos porque la política supone
proyecto, transformación, futuro, mientras que la gestión solo remite a
administrar el presente, esencialmente mantener el orden. Gestionar y no gobernar
es la tarea que el Pensamiento Único Neoliberal tiene reservado para el poder
político en el siglo
XXI.
Prof. Claudio Alvarez Terán
En Comunicación y transformaciones socioculturales del
siglo XXI
Ed 2017
Sin industrias no hay desarrollo
LOS RIESGOS DE
VOLVER AL PASADO
Sin industria no hay desarrollo
Por
Diego Coatz*
Con esta nota, el Dipló inaugura
una discusión acerca del lugar de la industria en el desarrollo argentino.
¿Cuánto de industria y cuánto de agro necesita nuestro país? ¿Es posible
reconvertir sectores industriales, como pretende el gobierno, sin generar
desempleo? ¿Qué rol debería desempeñar el Estado? Diego Coatz, economista jefe
de la UIA, comienza la serie.
¿Cuál debería ser el rol de la industria en un
proyecto de desarrollo? Se suele recurrir al dato de la caída de la
participación de la industria en el PIB como argumento para defender un modelo
basado en el sector servicios (turismo, servicios profesionales, etc.) y/o de
recursos naturales.
Incluso en caso de
que esta caída sea real, ¿resulta fundamento suficiente para determinar que el
sector estratégico a fomentar en el futuro es sólo el de servicios? La
respuesta es no.
En primer lugar, la disminución del peso de la industria sobre el
producto no necesariamente refleja un proceso de desindustrialización ni, mucho
menos, sugiere la conveniencia de un cambio en la estructura productiva. Que la
industria haya perdido peso relativo no significa que la producción industrial
haya caído. Si la industria de un país crece al 5% mientras que el PIB lo hace
al 7% significa una pérdida de participación en el valor agregado total, pero
¿deberíamos afirmar que existe un proceso de desindustrialización?
Otra razón es que desde los años 70 muchas grandes empresas, sobre todo
industriales, optaron por desintegrar algunas fases de sus procesos productivos
(desde la liquidación de sueldos hasta la investigación, el diseño industrial y
el desarrollo de productos), lo que se conoce como outsourcing. El
resultado es un espejismo estadístico: la mayoría de las etapas que se
deslocalizan figurarán en el área de servicios, pero dependen intrínsecamente
de la demanda de las empresas industriales.
Pero además los resultados difieren si se considera otro indicador, como
el producto industrial per cápita. Como muestra el gráfico 1, en el período
1970-2015 el producto industrial per cápita de los países desarrollados no se
retrajo sino que aumentó: 18% en Alemania, 41% en Estados Unidos, 57% en
Francia y 24% en el Reino Unido. Este crecimiento es aun mayor en países
asiáticos como China, donde aumentó un impresionante 1.235%, y Corea del Sur,
con un incremento de 1.230%.
En cambio Argentina, lejos de seguir esa tendencia industrializadora de
los países más avanzados, experimentó en el mismo período una caída del PIB per
cápita industrial de 43%, a lo que hay que sumar una elevada volatilidad. La
caída de la producción fue tan grande que el desempeño de la industria
argentina fue de los peores de un panel de 45 economías que explican el 90% del
PIB industrial mundial.
Por otra parte, discutir el rol de la industria hoy implica no sólo
analizar su contribución directa al PIB, sino también entender cuáles son sus
aportes y limitaciones en cuestiones como el empleo, la formalidad, los
ingresos, la productividad, la generación de divisas o la innovación
tecnológica. La industria es el corazón del empleo. En Argentina, uno de cada
cinco puestos de trabajo en el sector privado formal está explicado por la
industria, que es no sólo el sector que crea más trabajo de manera directa sino
el que más lo multiplica, ya que por cada puesto directo se generan 2,5
indirectos. Del mismo modo, la industria tiende a generar empleos de calidad y
bien pagos (un trabajador industrial gana en promedio 35% más que el promedio)
y resulta clave para reducir las brechas regionales.
La
industria argentina en el siglo XXI
Para comprender la industria argentina actual es necesario revisar su
evolución. La recuperación experimentada desde el estallido de la crisis del
2001 fue importante: aunque no fue suficiente para alcanzar los niveles de
producción previos a la dictadura militar, sí permitió mejorar la performance
industrial de los 90 en algunos aspectos clave.
El desempeño, sin embargo, no fue homogéneo.
La primera etapa fue la más virtuosa. La crisis de la convertibilidad
había generado estragos en la economía. Entre 1998 y 2002 el PIB había caído
18,4% y el PIB industrial 27%. Desaparecieron 10 mil empresas industriales y se
destruyeron 300.000 empleos industriales. El desempleo y la informalidad
laboral tocaron máximos históricos. En este contexto, nada indicaba que entre
2002 y 2007 se consolidaría una recuperación de la economía y del sector
industrial.
Pero así ocurrió. Cinco años después del estallido de la crisis, en
2007, todas las variables mencionadas habían superado los valores de 1998, el
mejor momento de la convertibilidad: los asalariados industriales, por ejemplo,
superaron en 250.000 la cantidad máxima de los 90. El salario real industrial
formal aumentó 15%. Y se crearon más de 17.000 empresas (7.500 firmas
adicionales en términos netos). Junto con el empleo, la productividad
industrial también mejoró, algo que no se observaba desde la década del 60.
Esto fue resultado de una combinación de políticas macro y micro que, en un
contexto internacional favorable, de alta demanda externa y buenos términos de
intercambio, dieron una relativa estabilidad a la economía e impulsaron la
demanda interna.
En la segunda etapa, la que va de 2007 al 2011, comenzaron a observarse
las tensiones propias del desarrollo: la aceleración inflacionaria y la
creciente demanda de divisas eran reflejos del acelerado proceso de crecimiento
empujado por la demanda. La producción industrial se había expandido, pero no
se habían materializado cambios estructurales significativos. A su vez, en un
marco de reducción del desempleo, se potenciaron las pujas distributivas: la
inflación y las tensiones políticas, incluyendo la disputa entre el gobierno y
el sector agropecuario, fueron el emergente de esta situación.
En 2008 la crisis internacional golpeó la economía a través de una
reducción de las exportaciones y la baja de los precios internacionales. Sin
embargo, el gobierno adoptó un conjunto de políticas activas (inversión
pública, políticas sociales, financiamiento, políticas comerciales, entre
otras) que permitieron poner rápidamente a la economía y la industria en
movimiento.
A pesar de los vaivenes, en el período 2007-2011 la industria creció a
una tasa del 3,5% anual, el empleo asalariado industrial aumentó a una tasa del
1,2% anual, sumando 84 mil puestos de trabajo, y el empleo asalariado
industrial formal lo hizo al 2,4%, mientras que el salario real industrial
formal se incrementó 4% anual. La principal diferencia es que, en contraste con
la etapa anterior, en la que todas las ramas industriales se mostraron
dinámicas, en estos años hubo sectores que crecieron menos o incluso se
estancaron, como el maderero (excepto muebles), la refinación de petróleo y
algunos segmentos de la metalmecánica.
Los problemas más relevantes comenzaron en la tercera etapa, iniciada en
2011 y caracterizada por la salida de divisas, la dolarización de cartera (fuga
de capitales), mayores tensiones distributivas, un aumento de la inflación y la
apreciación acelerada del tipo de cambio. En cuanto a la industria, comenzaron
a manifestarse restricciones estructurales: del déficit energético a los
problemas de infraestructura, de las dificultades de las pymes industriales
para exportar a una matriz productiva que no mostraba grandes cambios y
demandaba cada vez más importaciones (sobre todo en electrónica, automotriz y
bienes de capital).
Este contexto hacía necesaria una estrategia de “sintonía fina” en
materia industrial mientras se corrigieran algunos elementos de la macro. Sin
embargo, entre noviembre de 2011 y mayo de 2012 se cometieron una serie de
errores de política económica que desdibujaron el trazo grueso del devenir
económico del país, condicionando así los cuatro años posteriores. Se destaca
especialmente el control de cambios, con la consiguiente brecha, generada en
buena medida por una política monetaria y cambiaria que fomentó la fuga de
capitales y la pérdida de reservas. El desacierto se hace más notable si se
tiene en cuenta que el contexto internacional todavía se mantenía favorable.
El PIB prácticamente no creció entre 2011 y 2015. La producción industrial
cayó 1,6% al año (10% en términos per cápita) y el resto de los indicadores del
sector, como la cantidad de puestos de trabajo, la productividad y la cantidad
de empresas, también retrocedieron.
¿Qué
modelo de desarrollo?
En 2016, con el cambio de gobierno, viejos debates que parecían saldados
resurgieron, con un sector industrial doblemente afectado. De un lado, los
desequilibrios heredados, como el cepo y la falta de divisas. De otro, las
políticas actuales que profundizan la recesión, como las elevadas tasas de
interés que impactan en los costos de financiamiento, el aumento en los costos
energéticos, la apertura comercial y el achique del mercado interno.
Todo esto pone en cuestión, una vez más, el rol de la industria en el
desarrollo. La experiencia internacional divide posiciones. Algunos sostienen
que nuestro país debe crecer sólo potenciando los recursos naturales
(agroindustria, minería y energía, principalmente), y a partir de allí generar
empleo en los servicios. El caso paradigmático es el australiano. En cambio,
desde otra mirada se plantea industrializar el país sustituyendo importaciones
e intentando exportar con mayor valor agregado. El horizonte sería Corea del
Sur o Taiwán.
Lejos de pensar esos enfoques como excluyentes, se pueden considerar
complementarios. Por un lado, basar nuestra economía sólo en la explotación de
recursos naturales no sólo no es sustentable sino que tampoco es suficiente.
Aunque efectivamente existen países desarrollados especializados en materias
primas, como Australia, Noruega y Nueva Zelanda, nuestra base de recursos
naturales no alcanza para una población que se acerca a los 45 millones de
personas. Pero incluso considerados per cápita nuestros recursos naturales son
insuficientes: el Banco Mundial midió la dotación per cápita y calculó que
Argentina está en el puesto 30 en el ranking mundial, por debajo de Chile y
Brasil y muy lejos de Australia, Noruega y Nueva Zelanda, que ocupan los
primeros puestos.
En otras palabras, Argentina es un país demasiado poblado y no cuenta
con los recursos naturales suficientes para hacer descansar en ellos su modelo
de desarrollo. Pero sí podemos (y debemos) aprovecharlos, adoptando algunas de
las estrategias de los países que han logrado generar capacidades tecnológicas
a partir de ramas intensivas en productos primarios. Australia, por ejemplo, es
un jugador de peso mundial en el software para la minería y Noruega es una
potencia innovadora en la extracción off-shore del petróleo (con un sector
metalmecánico en la frontera internacional) y en actividades conexas como los
buques petroleros.
En el otro extremo, resulta poco factible que Argentina emule la
experiencia de países como Corea del Sur, donde la industria fue casi el único
sector protagonista en el proceso de acumulación. Ocurre que los factores que
permitieron esa dinámica no son replicables: una situación geopolítica muy
favorable que le garantizó el apoyo de Estados Unidos, la existencia de un
régimen político fuertemente represivo que disciplinó al conjunto de los
actores sociales, y reglas de comercio internacional más flexibles que las
actuales. Por otra parte, la industria en sí misma no alcanza si se limita a
ensamblar manufacturas de media y alta tecnología para su exportación a través
del ensamblaje sin articulación tecnológica y sobre la base de bajos salarios,
como es el caso de las maquilas de Filipinas, México o Tailandia.
Entonces, ¿hacia dónde ir? Argentina debería buscar su especificidad
entre las experiencias de Corea del Sur o Taiwán y las de Australia, Noruega o
Nueva Zelanda. Esto significa una estructura productiva en la cual tanto los
recursos naturales como la industria y los servicios intensivos en conocimiento
sean palancas del desarrollo –y se eslabonen entre sí– funcionando como motores
de actividades que involucren innovación (Canadá y Dinamarca son casos
virtuosos). Por ejemplo, construir capacidades tecnológicas y proveedores en
sectores no típicamente industriales (biotecnología, shale gas,
minería) ayudaría a apuntalar el desarrollo de largo plazo.
Porque no sólo importa crecer sino crecer de manera tal que el proceso
sea perdurable en el sistema socio-económico. Las demandas de hoy son más
exigentes que las del pasado e incluyen crecimiento pero también sostenibilidad
e inclusión social. La industria es clave por su efecto multiplicador y la
calidad del empleo que genera, por la tecnología, el desarrollo regional y la
posibilidad de generar (o ahorrar) divisas.
En un mundo cuya disputa más clara es por la agregación de valor, la
mejor estrategia es avanzar hacia un modelo industrial basado en la innovación.
Esto requiere de una activa interacción entre los distintos actores de la
sociedad y de políticas dirigidas a mejorar la competitividad: más y mejor
crédito con líneas directas para el sector productivo, una reforma tributaria
para incentivar el desarrollo regional y de las pymes y una política industrial
con énfasis en el desarrollo tecnológico. También profundizar los programas de
compre nacional como los que se implementan en Estados Unidos, Corea del Sur,
Alemania, India e Israel.
La industrialización no es el capricho de un gobierno ni fruto del azar.
El debate pasa por cómo acelerar los tiempos de la industrialización en sentido
amplio (campo + energía + industria + servicios). Desindustrializarnos, por el
contrario, es atentar contra nuestro futuro, algo que ya quedó demostrado a lo
largo de nuestra historia y que no deberíamos repetir.
Gráfico 1
PBI per cápita
industrial, 1970-2015 (1970 = 100), países seleccionados
Fuente: elaboración propia en base a estadísticas de Cuentas Nacionales de las Naciones Unidas. Para 2015 los datos fueron tomados de Trading Economics en base a institutos de estadística nacionales. Los datos de Argentina de 2004-2015 fueron tomados de la serie revisada en 2016 de Cuentas Nacionales del INDEC.
Gráfico 2
Fuente: elaboración propia en base a OCDE, Banco Mundial y RICyT. *El
dato corresponde al año 2013, último dato disponible.
* Director Ejecutivo y Economista Jefe de la Unión Industrial Argentina,
Vicepresidente SIDbaires, Docente UBA-UCES. TW @diegocoatz
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
lunes, 27 de marzo de 2017
Suscribirse a:
Entradas (Atom)